EL LEÓN Y EL RATÓN



Había una vez  un ratoncillo no estaba  así por haberle robado comida al león, sino porque  estaba  jugando y merodeando por donde  el león  estaba  durmiendo, y, claro, éste, molestado por no poder  descansar, apresó al ratón.
El ratón, al verse preso, le pidió  disculpas  al león por haberle molestado y éste, conmovido, le perdonó.

Pasado un tiempo, estando el león cazando, cayó en una trampa, una  gran red que había  escondida  entre la maleza. Quiso salir, pero la red se lo impedía; entonces  empezó a  rugir  con fiereza, pidiendo auxilio.

El ratón al oír los rugidos sin pensárselo dos veces, fue hacia el sitio donde se hallaba el león preso y comenzó a roer la red, así consiguió rompérsela y pudo  liberar al león.

Hay que ser agradecidos. Hoy por ti y mañana por mí.
Hay que ser agradecidos sobre todo a los padres, a los familiares, a los médicos y maestros, a los buenos políticos, a todas las buenas personas, a la Iglesia…. a tantas y tantas personas que de una manera u otra nos han hecho algún bien a nosotros o a la humanidad.

F. M. de SAMANIEGO

(Adaptación. Educar con  Fábulas. CCS P. 53)                                                                                                                            

Una gran contradicción.



Ya en el año 2000  la FAO llamaba la atención sobre la persistencia simultánea “de una privación extrema y generalizada de alimentos, cuando existe una gran abundancia de suministros alimentarios en un mundo con un sistema excelente de comunicaciones y de transporte.”
Señalaba la paradoja entre la existencia del hambre a gran escala y la más que suficiente producción mundial de alimentos, recordando que “mientras más de 800 millones de personas estaban insuficientemente alimentadas, otros 300 millones padecían obesidad”.
Según datos de las Naciones Unidas se producen alimentos para 12.000 millones de personas.
Se producen más alimentos que nunca y sin embargo 1 de cada 8 personas pasa hambre.
El drama no es la falta de alimentos, sino el acceso a ellos.
“Hay comida para todos, pero falta la voluntad política de conseguir que llegue a todos”
Luchemos contra la pobreza, ¿te apuntas? es el lema de la compaña de Manos Unidas

HERMANO, PERMITE QUE TE ENSEÑE



Según una antigua tradición sufí, los  monjes mahometanos  podían alcanzar  la cima de la contemplación mediante la repetición de cierto mantra u oración sagrada: El mantra en cuestión era “YA HU, YA HU”. Repitiéndolo con mucha frecuencia  no sólo llevaría a la cima  de la contemplación, sino que haría el monje  capaz de realizar milagros y llevar a cabo proezas tan extraordinarias como caminar sobre el agua.
Cierto monje joven, cuya aspiración era llegara la cumbre de la contemplación, pero era tenido por muchos como un ingenuo, decidió dejar su pueblo natal y retirarse en la soledad para repetir días y noche el mantra.

Como era tan analfabeto pronunciaba mal YA HU , YA HU. En lugar de  ello exclamaba  U YA HU, U YA HU. Esto producía un gran disgusto  a un sabio monje de mucha edad que decía:
-         Verdaderamente debía ir a ayudar a este monje joven.
 
En consecuencia  fue a ayudarle.
-         Mi querido joven hermano, noche y día he oído pronunciar mal nuestro mandra sagrado. Temo que no llegues  nunca a la cima de la contemplación, si  no permites que te enseñe. No digas U YA  HU, U YA HU,  sino di YA HU, YA HU.

El joven monje se sintió encantado, le dio las gracias y le prometió  seguir su consejo.
Pero  al poco de marcharse el anciano monje este oyó de nuevo que el joven monje caía en los mismos errores. El anciano se descorazonó y  se preguntaba qué debía hacer.

Cuando levantó los ojos, presa de gran frustración, se encontró con una insólita visión. El joven monje caminaba hacia él sobre el agua. Al llegar a la barca, hizo una humilde reverencia y preguntó:
-         Excúseme, hermano, y perdóneme mi torpeza; ¿podría hacer el favor de decirme otra vez cómo hay que pronunciar el sagrado mantra? ¿Debo decir U YA HU, U YA HU o HU YA HU, HU YA HU?

Reflexiones sobre la oración según el papa eméritos Benedicto XVI



La oración, dice Benedicto XVI, está inscrita en el corazón de toda persona y señala que la oración antes que realizar actos de culto o pronunciar palabras, es una actitud interior, un modo de situarse ante Dios. Hay quien dice que la oración no es cosa fácil pues es el lugar por excelencia de la gratuidad, de tender hacia el Invisible, el Inesperado y el Inefable.
Por ello la oración es una gracia que  hemos de pedir.
En la oración nos situamos ante Dios como seres débiles y necesitados de ayuda
Por ello una de las típicas expresiones que han manifestado la disponibilidad de rezar es ponerse de rodillas, confesando con ello la necesidad del Otro.
A Él le confieso que soy débil, necesitado, “pecador”.
En este mirar al Otro está la esencia de la oración.
La oración es relación personal con Dios, con Jesús, con María o con los santos, sabiendo que aunque nosotros nos olvidemos del Creador, el Dios vivo y verdadero no deja de tomar la iniciativa llamando al hombre al misterioso encuentro con Él por medio de la oración.