Había
una vez un ratoncillo no estaba así por haberle robado comida al león, sino
porque estaba jugando y merodeando por donde el león
estaba durmiendo, y, claro, éste,
molestado por no poder descansar, apresó
al ratón.
El ratón, al verse preso, le pidió disculpas
al león por haberle molestado y éste, conmovido, le perdonó.
Pasado un tiempo, estando el león cazando, cayó en
una trampa, una gran red que había escondida
entre la maleza. Quiso salir, pero la red se lo impedía; entonces empezó a
rugir con fiereza, pidiendo
auxilio.
El ratón al oír los rugidos sin pensárselo dos
veces, fue hacia el sitio donde se hallaba el león preso y comenzó a roer la
red, así consiguió rompérsela y pudo
liberar al león.
Hay que ser agradecidos sobre todo a los padres, a
los familiares, a los médicos y maestros, a los buenos políticos, a todas las
buenas personas, a la Iglesia…. a tantas y tantas personas que de una manera u
otra nos han hecho algún bien a nosotros o a la humanidad.
F. M. de SAMANIEGO
(Adaptación. Educar con Fábulas. CCS P. 53)