Según
una antigua tradición sufí, los monjes
mahometanos podían alcanzar la cima de la contemplación mediante la
repetición de cierto mantra u oración sagrada: El mantra en cuestión era “YA
HU, YA HU”. Repitiéndolo con mucha frecuencia
no sólo llevaría a la cima de la
contemplación, sino que haría el monje
capaz de realizar milagros y llevar a cabo proezas tan extraordinarias
como caminar sobre el agua.
Cierto monje joven, cuya aspiración era llegara la
cumbre de la contemplación, pero era tenido por muchos como un ingenuo, decidió
dejar su pueblo natal y retirarse en la soledad para repetir días y noche el
mantra.
Como era tan analfabeto pronunciaba mal YA HU , YA
HU. En lugar de ello exclamaba U YA HU, U YA HU. Esto producía un gran
disgusto a un sabio monje de mucha edad
que decía:
-
Verdaderamente debía ir a ayudar a este monje joven.
En consecuencia
fue a ayudarle.
-
Mi querido joven hermano, noche y día he oído pronunciar mal nuestro
mandra sagrado. Temo que no llegues
nunca a la cima de la contemplación, si
no permites que te enseñe. No digas U YA
HU, U YA HU, sino di YA HU, YA
HU.
El joven monje se sintió encantado, le dio las
gracias y le prometió seguir su consejo.
Pero al poco
de marcharse el anciano monje este oyó de nuevo que el joven monje caía en los
mismos errores. El anciano se descorazonó y
se preguntaba qué debía hacer.
Cuando levantó los ojos, presa de gran frustración,
se encontró con una insólita visión. El joven monje caminaba hacia él sobre el
agua. Al llegar a la barca, hizo una humilde reverencia y preguntó:
-
Excúseme, hermano, y perdóneme mi torpeza; ¿podría hacer el favor de
decirme otra vez cómo hay que pronunciar el sagrado mantra? ¿Debo decir U YA
HU, U YA HU o HU YA HU, HU YA HU?