Jubileo Vicentino



En nuestra zona son muchas las personas que llevan el nombre de Vicente o de Vicenta, en memoria a San Vicente Ferrer, ello es un síntoma de la incidencia que tuvo, a lo largo de los siglos, este santo en nuestra zona.

El 5 de abril de 2019 hará 600 años que S. Vicente Ferrer murió, de ahí el año vicentino.

Él era de Valencia y era dominico, orden religiosa que está dedicada de una forma especial a la predicación. A ello se dedicó por completo San Vicente Ferrer, recorriendo muchos lugares de Europa anunciando el evangelio. Fue un predicador itinerante, por ello estuvo también en algunos sitios de nuestra diócesis.

Jesús vino a este mundo y en su vida pública, de palabra y con hechos, no hizo otra cosa que anunciar la Buena Nueva. Esa era su misión y él mandó a sus apóstoles a ir por todo el mundo a anunciar el evangelio. La Iglesia se misionera, enviada de Jesús.

Esa es la misión de la Iglesia que existe para evangelizar, para trasmitir al mundo la Bueno Noticia del Evangelio.

Todos los cristianos, por ser miembros de la iglesia, somos misioneros, anunciadores de esa Buena Noticia. Que entre otros aspectos podríamos señalar, concretar en que Dios es amor, Dios es Padre, Dios nos quiere, somos hijos suyos y quiere que formemos con Él una gran familia en la que la norma de conducta será amarnos como Él nos amó.

San Vicente  Ferrer, en cuerpo y alma, se dedicó a llevar a la práctica esta dimensión de la vida de la Iglesia: ser misionero.

El rasgo más distintivo de este santo es que fue un anunciador itinerante de la Buena Nueva, siguiendo las huellas de Jesús.

El Papa Francisco desde su llegada a la cátedra de Pedro está invitando a la Iglesia a recobrar su “ser misionera” Y desea que lo haga con gozo, pues lo que hay que testimoniar y anunciar es “la alegría del Evangelio”. Y habla de ello diciendo que la Iglesia hoy ha de estar “en salida”, sobre todo para llegar hasta las  periferias  donde se hallan las personas necesitadas



Este año es un año Santo, por los 600 años de la muerte de San Vicente Ferrer



Año Santo o Año jubilar es un momento de gracia en el que la Iglesia concede especiales gracias(indulgencias) con motivo de un acontecimiento eclesial de gran relevancia.



El 5 de abril de 2019 celebraremos el sexto centenario de la muerte de San Vicente Ferrer.

El Año Santo Vicenciano quiere dar a conocer la figura histórica de San Vicente Ferrer y proponer el modelo de hombre de Dios, siempre al servicio de la Iglesia. Además, debe ser un nuevo impulso para evangelizar nuestra diócesis con sus parroquias.

Ojalá este Año Santo nos ayudase a valorar nuestra fe, a conocerla mejor y a dar razón de ella en cualquier lugar o ambiente con nuestros hechos y nuestras palabras



El beneficio especial del Año Santo consiste en el perdón de los pecados. Para lograrlo el cristiano deber alcanzar la indulgencia plenaria viviendo activamente el jubileo y cumpliendo las disposiciones establecidas por la Santa Sede:



-         Peregrinar a uno de los templos jubilares

-         Confesarse sacramentalmente y arrepentirse de sus pecados.

-         Recibir la sagrada comunión

-         Orar por las intenciones del Papa.

-         Recitar el símbolo dela fe, el credo.

-         Rezar el Padrenuestro y una invocación mariana.

-          

Que San Vicente Ferrer nos bendiga y nos ilumine para apreciar debidamente nuestra fe y al mismo tiempo nos estimule a ser misioneros.

Viernes, 30 de marzo. VIERNES SANTO.


CRISTO JESÚS, cuando leo o escucho el relato de tu pasión, quedo profundamente emocionado: fuimos -y somos- demasiado crueles con quien solo hiciste el bien a tu paso por este mundo. Pero hay algo aún más fuerte que el relato evangélico de los acontecimientos: tus sentimientos en aquellas atroces y salvíficas horas de tu Pasión y Muerte. 
Pienso en tu tristeza al descubrir la vil traición de Judas, que vio tantos milagros divinos y te vendió como un esclavo. Me conmueves en Getsemaní, cuando pides a tus tres principales la limosna de la compañía en tu oración, y responden con el sueño. 
Te quedas solo, y aún más cuando "todos te abandonaron y huyeron": ¿no te sentiste profundamente fracasado? Si así responden los Doce, vendiéndote uno, negándote otro y abandonándote todos, ¿qué será de los miles que te escucharon, comieron el buen pan que multiplicaste o fueron curados? 
Luego, las humillaciones ante los desprecios de Anás, Caifás y Pilato, y el pueblo, tu pueblo, que prefiere la liberación del bandido Barrabás y pide la crucifixión para ti. Me llena de confusión cuando pienso en tus sentimientos al quedar despojado de tus vestiduras, desnudo ante tu Madre y la muchedumbre. 
Y los horrorosos tormentos de la flagelación y la crucifixión. Tus siete Palabras en la Cruz expresan tus mejores sentimientos (ante María y Juan, el Buen Ladrón), tu sed, tu perdón, tu entrega al Padre que parece ausente: Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Hasta que todo quedó consumado y entregaste tu espíritu a las manos del Padre... 
Has vencido al pecado y a la muerte. ¡Gracias mi Dios y mi Señor!