MIÉRCOLES 23: VEN A TRABAJAR A MI VIÑA; YO MISMO SERÉ TU PAGA
Por: Nubia Celis, Verbum Dei
Nuestro Dios tiene tanto amor que quiere que todos lo lleguen a gustar y saborear, ninguno de sus hijos se puede quedar fuera de su casa porque allí hay sitio para todos: justos y pecadores. El evangelio de hoy nos muestra una vez más (a través de esta parábola) cómo es el corazón del Padre: justo, generoso, dinámico, creativo, abierto y bondadoso; Jesús lo compara al Padre con el propietario de una viña que sale a contratar trabajadores.
Este detalle del Padre que “sale a contratar” nos dice mucho y nos recuerda el modo como Dios ha actuado desde siempre en la historia de salvación: Dios sale, toma la iniciativa, emprende el camino hacia el hombre. Además, nos dice la cita bíblica que sale por la mañana, al medio día y al iniciar la tarde, es decir: no tiene restricción de horario, llama siempre, a unos a temprana edad, a otros en la edad madura, a otros en la vejez… Para él siempre estamos a tiempo para escuchar su llamada y empezar a trabajar en su viña.
¿Descubres en tu vida esa llamada del Padre? ¿Te sientes invitado y contratado por él? El amor de Dios te implica en todo lo que es suyo; así como un padre de familia que tiene su hacienda o su campo, y que sueña amorosamente que un día sus hijos puedan también sentirse responsables de las siembras y las cosechas… así, nuestro Padre Dios nos implica en su amor por la viña (el mundo, la Iglesia, tu ciudad, los tuyos).
“Ven a trabajar a mi viña” No te quedes fuera, “todo lo mío es tuyo” y “todo lo pongo en tus manos”. No entenderíamos correctamente el amor del Padre si hiciéramos oídos sordos a su voz y no nos hiciéramos responsables de tantos trozos de la viña que están por trabajar. El mismo Jesús nos muestra cómo ese amor le hacía ir y venir entre judíos y paganos proclamando la llegada del reino e invitando a todos a acogerlo y convertirse a él.
Muchas veces he dialogado esto con el Padre: “¿por qué tuve la suerte de conocerte? Hubiera podido pasarme la vida sin saber de ti… ¿por qué me das tanto?” y siempre me suele responder: “Porque te quiero y sé que si tú recibes mi amor, muchos tendrán la oportunidad de conocerme”. Luego le digo: “¿Cómo te puedo ayudar en tu viña, qué esperas de mí?” y él me responde: “si permaneces unida a mí sabrás lo que tienes que hacer en cada momento, delante de cada persona y en toda circunstancia”.
Solo quien está unido al Padre puede comprender sus reacciones y más allá de ellas, su corazón. Los trabajadores que llegaron a primera hora se sintieron engañados porque habían trabajado más que los demás y sin embargo recibieron lo mismo que ellos. Nuestros sentimientos y nuestro sentido de la justicia distan mucho a los sentimientos y a la justicia del Padre; al final de la parábola vemos que los trabajadores habían ido a trabajar en la viña pero no se detuvieron en conocer a su patrón, en vez de ver en él a un hombre bueno y generoso, y en vez de alegrarse con los que llegaron al final, le critican y reclaman su paga injusta.
“Amigo, no te hago ninguna injusticia… ¿te vas a enojar porque soy bueno? Quiero dar a éste último lo mismo que a ti”. El diálogo y la cercanía con el Padre nos descubre nuestro poco amor y lo lejos que estamos de sentir y actuar como él, pero también nos transforma y capacita para ver nuestra vida y la de los demás desde una nueva perspectiva: la de la bondad y la justicia.
Nadie cree lo intenso y fuerte que es el rezo y el poder que tiene. Solamente aquel cuya experiencia le ha enseñado... y el que lo ha ensayado.
EL ÁRBOL, LAS RAICES Y EL SUELO
En
medio del bosque se alza un árbol gigantesco, el más magnífico en muchos
kilómetros a la redonda.
De ordinario solemos
admirar su troco, sus ramas etc. Por ejemplo así sucede cuando nos acercamos en
un árbol majestuoso que se llama el Escobón .Un día las raíces le dijeron al
árbol:
-
Es un hecho que todo el que te ve admira tu majestad y tu belleza.
Tienes las hojas más lustrosas, las más
hermosas flores y los frutos más dulces de todos los árboles del bosque. Con
razón encomian tu esplendor, porque eres el más grande de todos los árboles. Pero, ¿no has pensado
nunca en nosotras, tus raíces? Aunque nadie nos ve ni nos alaba, nosotras te
damos la fuerza para que mantengas la
cabeza erguida por encima de todos los árboles compañeros tuyos. Nosotros carecemos de forma y de
belleza, sin embargo somos responsables de tu magnificencia. No poseemos ningún
perfume propio, pero te procuramos la
fragancia que exhalan tus polícromas flores. Aunque parecemos estériles, te
proporcionamos la savia que produce tus
abundantes frutos. En otras palabras, todo lo que eres es nuestro, querido árbol, porque un árbol es bueno en la medida en que lo son sus raíces.
Aquí terció el suelo:
-
Querido árbol y queridas raíces, ¿no os percatáis de que es el suelo –
el menos conocido y alabado – el que en realidad os da todo lo que tenéis y hace
que seáis lo que sois? Sin mí no habría árbol ni raíces. Yo os sostengo a ambos con mis amorosos brazos. En mis abrazos
encontráis alimento seguridad y fuerza.
Yo soy el único que os mantiene firmes.
Os doy agua y vitalidad. Todos vosotros, raíces, tronco, ramas, hojas, flores y
frutos, habéis nacido de mí. Todo lo que
sois me debe su calidad a mí, el suelo”
Esto mismo de
esta historia del árbol podríamos decirlo
de un gran médico, de un magnífico
profesor, de un estupendo político, de
una buena madre, de una buena maestra, de una buena cocinera, de un buen cura etc.etc
A la hora de
la verdad la grandeza de estas personas, de cualquier persona sus bondades no
son asunto sólo de ellos.
¡Cuántas personas han intervenido para que sean lo que
son, comenzando por Dios!
Así es, detrás
de cada gran persona hay mucha gente que ha puesto su granito de arena para
construir esa persona. Mucha gente, a veces, anónima que ha estado donde
debería de estar y que gracias a su cooperación
valiosa.se ha conseguido ese resultado.
Bien es cierto
que, a lo mejor, quien más ha hecho para alcanzar esa meta haya sido la misma persona, pero todo no es
obra suya. Son muchos los que han intervenido para que llegue a ser lo que es comenzado
por Dios.
Oración de San Francisco de Asís
Donde
haya odio, que yo ponga amor
Donde
haya ofensa, que yo ponga perdón
Donde
haya discordia, que yo ponga unión.
Donde
haya errar, que yo ponga verdad
Donde
haya duda, que yo ponga fe.
Donde
haya desesperanza, que yo ponga esperanza.
Donde
haya tinieblas, que yo ponga luz.
Donde
haya tristeza, que yo ponga alegría.
Haz
que no busque tanto
el
ser consolado como el consolar,
el
ser comprendido como el comprender,
el
ser amado como el amar.
Porque
dando es como se recibe
Olvidándose
de sí mismo es como uno de encuentra a si mismo.
Perdonando
es como se obtiene el perdón.
Muriendo
es como uno resucita para la vida eterna.”
En busca del tesoro
Había
una vez un grupo de amigos que estaba aburrido en la playa sin saber que hacer.
Pasaban el tiempo viendo el ir y venir de las olas de mar. Y haciendo esto, uno
de ellos se dio cuenta de que una de las olas traía flotando algo. Se acercó y
vio que era una botella muy rara con un papel dentro.
Parecía
ser un papel muy antiguo porque estaba amarillento y desgastado. Cuando lo
desdoblaron se llevaron una gran sorpresa. Aquello era un mapa en el que estaba
escrito, con letras antiguas, la siguiente frase: PARA ENCONTRAR EL GRAN TESORO
DE LOS SOGIMA
No
podían creerlo. Parecía ser auténtico. Estaban muy emocionados. Uno de ellos dijo
que los Sogima deberían ser unos indios que vivieron allí en el pasado. Otro
dijo que fueron unos famosos piratas y fueron quienes fundaron los Sogima. Tenían
el mapa para encontrar su tesoro. Y se pusieron manos a la obra
Siguiendo
las indicaciones del mapa, fueron a parar exactamente ante las puertas de una
casa que estaba en lo alto de una montaña junto al mar. Una vez allí, la puerta
se abrió salió una mujer sonriente que les dijo:
-
Vosotros deberéis
ser los Sogima, ¿no?. Venid conmigo.
El
grupo de amigos quedó sin palabras. La mujer les llevó hasta una terraza donde
encontraron a un niño en silla de ruedas. Entonces uno del grupo dijo:
-
Perdone, señora,
pero no entendemos nada. Nosotros veníamos buscando el tesoro de los Sogima.
Entonces
el niño que estaba en la silla de ruedas les dijo:
-
Perdonadme
vosotros a mí, porque por mi culpa estáis aquí. Nunca pensé que funcionaría lo
de la botella. La verdad es que soy yo el que buscaba el tesoro de los Sogima.
Sogima es la palabra Amigos leída al revés. Nunca encontré a nadie que quisiera
ser amigo mío, por eso se me ocurrió tirar esa botella al mar; para que ella
encontrara por mí lo que yo no había podido encontrar: el tesoro de los amigos
¿Me dejaríais ser amigo vuestro?
-
Pues claro que si
– contestaron todos a la vez- La verdad es que necesitamos una persona como tú
en nuestro grupo. Nos lo hemos pasado muy bien con tu idea de la botella.
El
niño se alegró tanto al haber encontrado por fin el gran tesoro de los Amigos,
que se levantó de su silla de ruedas, y por primera vez en su vida, pudo
caminar para chocar la mano con sus nuevos Amigos.
LA
AMISTAD ES DE VERDAD UN GRAN TESORO, POSIBLEMENTE UNO DE LOS MÁS GRANDES QUE
PODEMOS ALCANZAR,
AHORA,
EN ESTE TIEMPO DE VERANO, ES UN TIEMPO PROPICIO PARA AFIANZAR NUESTRAS
RELACIONES DE AMITAD CON UNOS Y OTROS Y UN MOMENTO PRIVILEGIADO PARA CONSEGUIR
NUEVOS AMIGOS.
CUIDEMOS
LAS AMISTADES.
JESÚS
TAMBIÉN TUVO AMIGOS. EL QUIERE SER TAMBIÉN NUESTRO AMIGO.
DÉMOSLE
GRACIAS A DIOS POR LOS AMIGOS.
Y
PIDÁMOSLE A DIOS POR TODOS ELLOS.
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