DIÁLOGO CON EL SEÑOR



Señor Jesús comenzamos lo que fue el resumen y conclusión de tu existencia en este mundo: amor, entrega hasta el final, vaciamiento, victoria de la vida sobre la muerte, cumplir la voluntad de Dios. Diciendo al final. TODO LO HE CUMPLIDO.
El pueblo sencillo en esta entrada a Jerusalén te reconoce y te organiza un gran recibimiento.
Pero tu Señor, que efectivamente lo eres Rey y Señor eliges entrar en Jerusalén montado en un borrico que era el animal de la gente humilde y que es diferente del señorial caballo para decirnos también que vienes en son de paz.
O sea que eres Señor y Rey, pero un rey servidor, un rey todo él humilde y que viene en son de paz.
Que así yo te reconozca y que allí donde me encuentre sepa ser portador de paz siendo siempre humilde y sencillo con tu lo fuiste. Gracias Jesús por esta lección que hoy me ofreces, Ayúdame a llevarla a la práctica.

HABLO CON JESÚS





Señor Jesús el verte crucificado me conmueve.
El contemplarte rodeado de unos bandidos me estremece.
El mirarte sólo abandonado de tus apóstoles me cuestiona ¿Cuán grande es la debilidad del ser humano?

Pero allí, junto a tu cuerpo ensangrentado, hay un resto fiel, dicen del sexo débil ¿No será eso una broma?
Junto a la cruz permanecen unas mujeres que también te seguían y nada ni nadie les puede separar de ti.

¡Señor! también hoy hay gente fiel, como entonces, que nunca te abandona, que sigue tu camino, que vive tu evangelio

¡Qué lección magistral nos das a todos desde la cátedra de la cruz!
Te insultan por todos los lados con voz potente y tú les respondes con gran paz:
“¡Padre, perdónales porque no saben lo que hacen!”

Y al pie de la cruz, junto a ti hay dos personas: Tu madre y tu discípulo Juan.
Te lo han quitado todo, no. Todavía te queda algo de muy valioso
Y eso nos lo das a nosotros.
Por eso le dices a tu madre, señalando a Juan (que nos representa):
“María ahí tienes a tu hijo” Y a Juan le dices: “Juan ahí tienes a tu madre”

Señor Jesús,

Una visita


El jueves de esta semana pasada vino un matrimonio de Tabuenca, (ZARAGOZA), cerca del Moncayo. Me dijeron que hace unos 30 años hubo un intercambio entre gente de este pueblo y el de allí. Fue en ocasión de que tanto ellos  como nosotros damos culto a María bajo la advocación de La Virgen del Niño Perdido. Ellos tienen una ermita dedicada a la Virgen del Niño Perdido, devoción que también se la trajeron unos frailes, según me han dicho. Estaban de paso y vieron porque querían ver y saludar a nuestra patrona a quien ellos también honran.