La Iglesia y los divorciados vueltos a casar. Palabras del Papa Francisco



 “¿Cómo cuidar a aquellos que, después de irreversible fracaso de su vínculo matrimonial, han comenzado una nueva unión?. Ha crecido muchos la conciencia de que es necesaria una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, a los bautizados que han establecido una nueva convivencia después del fracaso del matrimonio sacramental, en efecto, estas personas no son excomulgadas, no están excomulgadas y no van a ser absolutamente tratadas como tales: ellas forman parte de la Iglesia…”
“De ahí la reiterada invitación de los pastores a manifestar abiertamente  y coherentemente  la disponibilidad de la comunidad a acogerlos y a animarlos, para que vivan y desarrollen cada vez más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia con la oración, con la escucha de la Palabra de Dios, con la frecuencia a la liturgia, con la educación cristiana de los hijos, con la caridad y el servicio a los pobres, con el compromiso por la justicia y la paz..”
“La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre…. Ninguna puerta cerrada. Todos pueden integrar la comunidad. La Iglesia… es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida acuestas…
Todos los cristianos están llamados a imitar al Buen Pastor. Sobre todo las familias cristinas pueden colaborar con Él cuidando a las familias heridas, acompañándolas en la vida de fe de la comunidad. Cada uno haga su parte asumiendo la actitud del Buen Pastor, que conoce y ama cada una de sus ovejas ¡y a ninguna excluye de su amor! Gracias”

Quien da... ¡se enriquece!



Un agricultor, cuyo maíz siempre había obtenido el primer premio en la Feria del Estado, tenía la costumbre de compartir sus mejores semillas de maíz con todos los demás agricultores de los contornos.

Cuando le preguntaron por qué lo hacía, dijo: «En realidad, es por puro interés. El viento tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros. Por eso, si mis vecinos cultivaran un maíz de clase inferior, la polinización rebajaría la calidad de mi propio maíz. Esta es la razón por la que me interesa enormemente que sólo planten el mejor maíz.»

Todo lo que das a otros te lo estás dando a ti mismo.
No es ninguna paradoja sino una verdad: quien da se enriquece porque todos salen beneficiados.

LA FELICIDAD



El filósofo alemán Martín Buber cuenta en una bella  parábola  “En la ciudad polaca de Cracovia vivía pobremente, rozando la miseria, un piadoso rabino judío, de nombre Eisik. Durante tres noches consecutivas, Eisik soñó que debía ir a la ciudad de Praga donde hallaría un gran tesoro. El lugar soñado donde estaba enterrado el tesoro era junto al asiento del puente que conducía al castillo real.
Llevado por las ansias de ver acabados sus días malos, de hambre y estrechez, se encaminó hacia la ciudad dc Praga.
Una vez allí advirtió que el puente estaba fuertemente vigila­do. Y con la idea del tesoro en la mente empezó a merodear cerca de él. Alertado el capitán de la guardia, le preguntó qué hacía allí. Después de algunos rodeos, Eisik le manifestó los sueños y su propósito. El oficial se rió, a la par que le contaba que él mismo había tenido un sueño en el que se le aseguraba y mostraba que en la casa de un tal Eisik, un rabino judío, residente en Cracovia, había enterrado un gran tesoro junto al rincón que hay detrás de la estufa. Pero que él había hecho caso omiso del sueño.

Oído el relato, Eisik regresó de inmediato a Cracovia. Una vez en su casa, empezó a cavar en el lugar soñado y descrito por el oficial. Y ¡oh maravilla!, ¡descubrió que sí, que allí en su propia casa, había enterrado un gran tesoro!"
Hay quien va muy lejos, hace kilómetros o muchas cosas raras para encontrar un poco de felicidad y olvida que el tesoro de la felicidad está muy cerca; puede estar escondido en la propia casa, en la convivencia con los nuestros, en el trato con el prójimo, en las pequeñas cosas de cada día...
¡Cuántas veces buscamos el tesoro de la felicidad fuera de nosotros!, cuando la felicidad, el gozo, la paz, están en el interior, dentro de cada uno, diríamos, en sentido metafóri­co, en el propio corazón.
Teresa de Lisieux, la joven enferma de tuberculosis, afirmaba: «La alegría reside en lo más profundo del alma; podemos poseerla lo mismo en una oscura prisión que en espléndido palacio».
Ignacio de Loyola aseguraba: «Un cristiano no tiene ningún motivo para estar triste y tiene muchos para estar ale­gre». También solía decir: «Me gusta ver reír a la gente».
La alegría es posible si sabemos olvidarnos de nosotros mismos, y pensamos en los demás. La alegría es posible para quien no alberga en su cora­zón nada de odio y pone su confianza en Dios.
La alegría es posible para quien espera poco y da mucho.
La alegría es posible si sabemos vivir un cristianismo pascual alegre con esperanza.

Fiestas de San Ramón.



Como cada año por esas fechas el barrio de San Ramón es el centro de la vida del pueblo, sobre todo por la noche.
Que estas fiestas, como todas, que sean una oportunidad de estar con amigos y conocidos, de compartir la alegría y la amistad y que San Ramón nos bendiga a todos los que celebramos su fiesta.
Felices fiestas