Un
agricultor, cuyo maíz siempre había obtenido el primer premio en la Feria del
Estado, tenía la costumbre de compartir sus mejores semillas de maíz con todos
los demás agricultores de los contornos.
Cuando
le preguntaron por qué lo hacía, dijo: «En realidad, es por puro interés. El
viento tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros. Por eso,
si mis vecinos cultivaran un maíz de clase inferior, la polinización rebajaría
la calidad de mi propio maíz. Esta es la razón por la que me interesa
enormemente que sólo planten el mejor maíz.»
Todo
lo que das a otros te lo estás dando a ti mismo.
No es
ninguna paradoja sino una verdad: quien da se enriquece porque todos salen
beneficiados.