DIA 2 EL TEMPLO DE JERUSALÉN
ORACIÓN INICIAL.
Dios te Salve María, Madre del Niño Perdido, Patrona de Alquerías, nosotros, tus hijos, venimos durante estos días a obsequiarte con nuestras plegarias; venimos a intentar aprender de ti, primera mujer de la Iglesia, a vivir lo esencial de la vida cristiana: la fe, esperanza y caridad. Que con tu ayuda y nuestro esfuerzo nos sintamos y vivamos como hombres y mujeres de la Iglesia de hoy. Amén.
LECTURA DE LA SAGRADA ESCRITURA.
En el año cuatrocientos ochenta
de la salida de los israelitas de la
tierra de Egipto, el año cuarto del
reinado de Salomón sobre Israel, en
el mes de Ziv, que es el segundo
mes, emprendió la construcción de
la casa de Yahveh. la casa que
edifico el rey Salomón a Yahveh tenía
sesenta codos de largo, veinte de
ancho y veintiocho de alto fue
dirigida a Salomón la palabra de Yahveh
diciendo: “por esta casa que
estás edficando, si caminas según
mis preceptos, obras según mis
sentencias y guardas todos mis
mandamientos para andar conforme
a ellos, yo cumpliré mi palabra
contigo, la que dije a David tu padre,
habitaré en medio de los hijos de
israel, y no abandonaré a mi pueblo
israel”. Edificó Salomón la casa y
la terminó”.
(I Rey, 6, 1-3 y 11-14)
El pueblo Judio tenía su centro espiritual en Jerusalén, allí tenía su templo legítimamente erigido a Yahveh. Jerusalén y el Templo eran considerados el lugar santo por antonomasia.
El templo que frecuentó Jesús era el construido por Herodes el Grande. Cronologícamente era el tercero, aunque los judíos lo denominaran “segundo templo”.
El primero, el de Salomón, fue destruido por Nabucodonosor el año 586 a. de JC. El segundo, reconstruido tras la cautividad de Babilonia, inaugurado el 515 a. de JC., duró hasta Herodes que lo derribó para construir el tercero, el año 20-19 a. de JC.
El templo era y es signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Nuestro Dios no es un Dios lejano.
El templo es signo de la familia de los hijos de Dios.
Es lugar de reunión de los hijos de Dios.
Es lugar de reunión de la “Eklesia”.
Es expresión social de nuestra religiosidad…
Ir al templo es todo un compromiso cristiano. Es sentirse familia. Sentirse Iglesia.
Jesús supera la materialidad de la expresión y nos dice: “Creeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al padre”.
“Llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn. 4,21 y 23).
San Pablo nos dice en una de sus cartas: “No sabéis que sois templos de Dios, y el Espíritu de Dios habita en vosotros?” (I Cor. 3, 16).
REFLEXION:
¿Cómo valoro y utilizo el templo, lugar de encuentro con Dios y los hermanos?
¿Respeto mi persona y la de los demás como templos de Dios que somos?
SALUTACIONES A LA VIRGEN:
-Virgen del Niño Perdido, mujer de fe y acendrada religiosidad que, en tu bajada al Templo de Jerusalén, nos invitas a valorar las prácticas religiosas como expresión de fe; haz que no disociemos en nuestra vida, la fe y las tareas de cada día.
Ave María…
-Madre del Niño Perdido, por la pena y dolor que experimentasteis en la pérdida de Jesús, al quedarse en el Templo, haz que sintamos nosotros ese mismo dolor, al perderlo por el pecado, y que pongamos el esfuerzo y diligencia que tú y San Jose pusisteis hasta encontrarle.
Ave María…
-Virgen del Niño Perdido , por la alegría que supuso para vuestro corazón de madre el encontrar al Niño Jesús en el Templo, haz que cada uno de nosotros, le sepamos encontrar, y alegremos con su presencia, en nosotros y en los demás.
Ave María…
ORACION A LA VIRGEN.
Salve, canto de los querubines
y alabanza de los ángeles.
Salve, paz y alegría
del género humano.
Salve, jardín de delicias,
salve, árbol de la vida.
Salve, baluarte de los fieles
y puerto de los náufragos.
Salve, reclamo de Adán,
salve, rescate de Eva.
Salve, fuente de la gracia
y de la inmortalidad.
Salve, templo santísimo,
salve, trono del Señor.
Salve, oh casta, que has aplastado
la cabeza del dragón
precipitándolo en el abismo.
Salve, refugio de los afligidos,
salve, rescate de la maldición.
Salve, oh Madre de Cristo,
Hijo del Dios vivo,
al cual conviene gloria y honor,
adoración y alabanza
ahora y siempre por los siglos.
Amén por los siglos.
(Efrén sirio)