NUESTRA SEÑORA DE
LOURDES
A María, la madre de Jesús, a lo largo del año la
recordamos con muchos nombres, pero siempre con la misma fe y afecto, con
nombres distintos, pero siempre la misma, aunque con matices diferentes.
Ahora recordamos a la Virgen de Lourdes, muy vinculada
a los enfermos y devoción promovida, de una forma especial, por los miembros de
la Hospitalidad de Lourdes.
Que María nos bendiga a todos nosotros y de una forma
especial a nuestros enfermos. Y por parte hagamos nuestro lo que a ella más le
agrada: fomentemos nuestra amistad con su hijo Jesús, hagamos lo que podamos
por conocerlo cada día un poco mejor y trabajemos por parecernos a él para así
darlo a conocer.
El día 11, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, la
Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo y se nos pide que prestemos atención
a los familiares de los enfermos.
A veces oímos que los que lo pasan mal exclaman “yo no
merecía esto” “por qué a mí”. La enfermedad no es un castigo por una falta que
haya cometido, es condición humana: nacemos, crecemos y morimos. Somos débiles.
Aquí en este mundo estamos de paso. Es muy importante estar cerca de los que se
lo pasan mal, como los enfermos y sus familiares, es una forma de ayudarles a
llevar su cruz.
ENCUENTRO DIOCESANO DE
LITURGIA
El sábado, día 10 de febrero, se celebrará en el
seminario Mater Dei una Jornada sobre la Liturgia que está dirigida a todas las
personas que deseen participar, de una forma especial a las que están más
vinculadas en los actos litúrgicos de las Parroquias. La jornada comienza a las
10 h y termina a las 13’30 h. Ánimo y a ver si hay personas que puedan
participar de nuestra parroquia
IMPORTANCIA DE LA
EUCARISTÍA
Bien se puede decir que lo último que realizó Jesús,
estando aquí en nuestro mundo, fue la
Eucaristía, la misa.
Él sabía que iban a por él y que las horas las tenía
contadas. Siendo consciente del momento que vivía tomó la iniciativa y organizó
una cena con sus apóstoles. Fue la Última Cena. Aquella misma noche lo cogieron,
lo juzgaron y lo mataron.
En esa noche, reunido con los suyos en una casa, se
mostró, por si no lo habían descubierto todavía, como lo que también era un
servidor. Lavó los pies a sus apóstoles, se situó como modelo: SED SERVIDORES
UNOS DE OTROS, HACED COMO YO HE HECHO. Y les recordó su mandamiento: AMAOS LOS
UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE AMADO, EN ESTO CONOCERÁN QUE SOIS MIS DISCÍPULOS
SI OS AMÁIS LOS UNOS A LOS OTROS.
Jesús allí instituyó la Eucaristía: “TOMAD Y COMED
ESTO ES MI CUERPO…” HACED ESTO EN MEMORIA MÍA” “YO ESTARÉ CON VOSOTROS TODOS
LOS DÍAS HASTA EL FINAL DE LOS TIEMPOS”
El que nació en un establo y fue recostado en un
pesebre ha querido quedarse entre nosotros en la Eucaristía de una forma bien
cercana y sencilla. Es la presencia del
Señor que continúa en medio de nosotros y es la mejor acción de gracias de la
comunidad. Una presencia llena de humildad y cercanía
Desde el comienzo de la vida de la Iglesia, de la vida
de la comunidad de los seguidores de Jesús, los cristianos, han dado mucha
importancia la Misa, no han dejado de reunirse semanalmente para celebrar la
Cena del Señor el domingo, día del Señor. Nosotros nos reunimos los domingos
celebrando la Eucaristía para dar gracias a Dios de todo, para alimentarnos de
la Palabra de Dios, para fortalecer los lazos de fraternidad entre nosotros. Si
dejamos la Eucaristía ¡cuánto perdemos ¡
Dios quiera que sepamos valorarla como ella se merece
para mayor gloria de Dios y bien nuestro.