HOJA PARROQUIAL - DOMINGO XXI TIEMPO ORDINARIO

TIEMPOS DIFÍCILES

Se avecinan tiempos difíciles con el comienzo de las escuelas y a no tardar mucho con el trabajo en los almacenes. Todo  por el  coronavirus.

Hagamos todo lo que nos digan para evitar contagios y frenar esta pandemia.

Recemos a Dios Padre y a la Virgen María por la situación en que vivimos que nos afecta todos, nadie se escapa.

El bicho está activo y no para y ahora que por necesidad habrá más proximidad entre las personas el riesgo de contagio será mucho mayor.

Que las autoridades sanitarias y políticas encuentren normas acertadas para la convivencia en estos tiempos complicados. Cuidémonos para poder cuidar a los demás

Y que este principio de curso escolar funcione como es debido, para que no hablemos de una generación perdida.

Así mismo que el comienzo de la próxima campaña de la naranja no lleve demasiados quebraderos de cabeza

Todos estamos preocupados, quizás los madres de niños en edad escolar más todavía. Lo mismo les debe pasar a los responsables de las cooperativas y almacenes de naranjas.

¡Señor! escúchanos, no nos desampares. Te lo pedimos.

Virgen del Niño Perdido mira con amor este pueblo que se aclama a ti.

Escúchanos. Así  sea.

 

EL APOSTOLADO DEL ACEITE

 

¿En que consiste?

Todos sabemos que uno de los usos corrientes del aceite es suavizar, eliminar lo bronco que a veces están ciertos instrumentos.

Dos ruedas engrasadas no funciona bien, chirrían. Se les echa un poco de aceite y van de maravilla.

El eje de acero está perezoso para girar, con un  poco  de aceite todo solucionado..

La llave de casa no encaja bien con la cerradura unas gotitas de aceite la ponen a tono.

El aceite produce todas estas facilidades con  toda la naturalidad del mundo, sin hacer ruido.

A nuestra vida de familia, de trabajo, de relaciones, de convivencia etc ¿no le haría falta a veces unas gotas de aceite? ¿No nos vendría bien procurarnos un poco de ese aceite porque, unos y otros, a veces somos broncos debido al cansancio o a tantas otras cosas?

¡Cuánto bien haría en aquella casa una persona que, de vez en cuando, echara unas  gotitas de aceite para que no hubiera permanentemente caras avinagradas y se pudiera vivir con más paz!

Lo mismo para las pandillas de amigos o para los vecinos de una calle o para un lugar de trabajo.

Dichosas las familias que procuran tener siempre a mano un poco de este aceite tan útil para la convivencia, para las buenas relaciones entre las personas, entre mayores jóvenes, entre conocidos y desconocidos.

En las relaciones de amistad, en las relaciones de trabajo, en la comunicación con unos y con otros ¡cuánta falta hace manejar la botella de este aceite que suavice las relaciones!

¡Señor! Danos de ese aceite que tanto necesitamos y tan provechoso nos  puede ser para nuestra convivencia.

Gracias, Señor