Hoja Parroquial el 30 de octubre al 5 de noviembre.



Fieles difuntos

Estos días, en torno a Todos los  Santos y Fieles Difuntos, muchas personas nos acercamos al cementerio para recordar a nuestros difuntos.
Llevamos algunas flores, limpiamos la lápida y los recordamos, pidiendo a Dios por ellos.
Los difuntos son nuestros antepasados, allí a estar con ellos llegaremos pronto o tarde todos nosotros.
Por otra parte, en gran medida, de  ordinario, somos lo que somos gracias a ellos, que se desvivieron por nosotros, que nos educaron, que pusieron su granito de areno en nuestras personas.
Bueno es que nos acordemos de ello, que les estemos agradecidos, que le demos gracias a Dios por ellos y que le pidamos a Dios por todos ellos.

CAMBIO DE HORARIO

Tengan en cuenta que la madrugada del sábado, día 28 va a cambiar la hora. A las 3 serán las dos. Va a adelantarse el horario.

HORARIO DEL CEMENTERIO.

Domingo día 29  abierto de 9 h a 17 h-
Lunes día 30 abierto de 9 h a 17 h
Martes día 31 abierto de 9 h a 17 h
Miércoles día 1 de noviembre de 9 h a 17 h
Jueves día 2 de 9 h abierto a 17 h
Viernes día 3 abierto de 15 a 17 h
Sábado día 4  abierto de 15 h a 17 h
Domingo día 5 abierto  de 9 h a  13 h

El perdón y el corazón siempre se abrazan

Habían asesinado a su hijo y desde entonces, no levantó cabeza.
Había aprendido de niña, lo que decía el catecismo, que había que perdonar y olvidar. Pero ella no podía conseguir las dos cosas.
Desde aquel día en que aquellos terroristas raptaron y mataron a su hijo, la vida se acabó para ella.
No dejó ni su fe, ni sus prácticas cristianas que le ayudaban a soportar lo imposible. So dolor era demasiado intenso.
Un día ya no podía más.
Mirando la fotografía de su hijo muerto, le dijo a  Dios que le hablara, que ella quería perdonar, como hizo Jesús con los que lo crucificaron.
Parecía que Dios no le contestaba y pensó… qué duro es a veces el silencio de Dios. Y se quedó dormida delante de la foto de su hijo. Fue sólo un instante.
Experimentó que Dios le decía ¿Quieres recuperar la paz? No digas perdono pero no olvido, porque te estás machacando. Di mejor, aunque no olvido y quizás nunca olvidaré, perdono.
De esta forma volvió a encontrar la paz.
Había aprendido la fórmula que le devolvió la reconciliación con Dios y todo el amor a su hijo, que nunca olvidará: AUNQUE NO OLVIDO Y QUIZÁS NUNCA OLVIDARÉ  CON TU AYUDA YO PERDONO.