¿No nos estás, Jesús, diciendo, también a nosotros lo mismo?
¿No es a nosotros a quien nos dices: Id predicad y anunciad la Buena
Nueva?
Tú, Señor Jesús, nos dices: no os quedéis parados. Lo que habéis
visto y oído, lo que habéis experimentado en el seguimiento de Jesús no os lo
guardéis para vosotros, compartidlo con otros
Es lo que nos dice el apóstol Pablo: “Porque anunciar el evangelio no es para mi un motivo de gloria, es una
obligación que tengo. Y pobre de mí si no anunciara el evangelio” ( 1 Cor
9, 16)
Es también lo que nos dijo San Pablo VI en su encíclica “Evangelii
nuntiandi” sobre la evangelización “Es
una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual
hacen cada vez más urgente. Evangelizar,
en efecto, constituye la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad
más profunda. Ella existe para evangelizar”
Enséñanos, Señor Jesús, a ser evangelizadores.
Enséñanos a saber ofrecer al mundo la Buena Nueva del Evangelio
con obras y palabras, siempre y en todas
las circunstancias de nuestra vida.
Gracias, Señor Jesús, por tantas personas de Iglesia que han hecho
y hacen de la evangelización el sentido y la razón de sus vidas.
Perdón por nuestras cobardías, perdón por nuestros temores a la
hora de ofrecer tu Buena Nueva.
Perdón por nuestras incoherencias, por nuestras infidelidades que
escandalizan a aquellos que todavía no han sido evangelizados.
Que el Espíritu Santo, igual que en aquel primer Pentecostés,
descienda con toda su fuerza sobre la
Iglesia para que unos y otros sepamos anunciar la Buena Nueva, presentándote
al mundo a ti y a tu proyecto para así construir entre todos el Reino de Dios.
Ayúdanos a ser evangelizadores