En una calle de Atenas un fisionomista observó atentamente el rostro de Sócrates. Después de contemplarle un rato dio su veredicto:
-Sócrates es un comilón, mujeriego, borracho, pendenciero y mentiroso.
Al oírlo sus discípulos, indignados, se aprestaban a castigar
a aquel farsante que así se atrevía a insultar a su maestro. Pero Sócrates les
frenó diciendo:
- ¡Calma!
Ese señor acaba de decir la pura verdad. Yo sería todo eso y mucho más si no
luchara para no serlo.