AMAR Y SERVIR A LOS DEMAS

Mira, Señor, lo que sabemos de memoria:
Ø Quien no tiene padrino, no se bautiza
Ø Ande yo cliente y ríase la gente.
Ø Dame pan y llámame tonto
Ø El que pega primero, pega dos veces.
Ø Más vale pájaro en mano que ciento volando.
Ø El que más da más pierde.
Ø La luz que va por delante es la que alumbra
Ø El pez gordo siempre se come al flaco…

Podría, Señor, seguir relatando refranes
Que expresan nuestra sabiduría,
La sabiduría de la vida centrada en el egoísmo,
En la rivalidad por el poder, prestigio, dinero,
En estar y situarse por encima de los demás.

¿Es esa también tu sabiduría?
¿Qué nos dices Tú?

Tu sabiduría de la vida es distinta.
Tu nos dices que amar y servir a los demás es dar vida.
En Ti vemos que Dios no se muestra en los poderosos, sino en los débiles.
A los ojos de Dios el primero es el que ama y el que mejor sirve.

Tu, Señor Jesús, dedicaste tu corta vida
A enseñarnos el amor del padre:
Acogías a los pecadores, a los enfermos, a los marginados.
Tú te sentabas en la mesa con ellos,
decías que esta era la religión que Dios quería:
Acoger a los desgraciados de este mundo.

Los discípulos, igual que nosotros,
No entendían la sabiduría del servicio.
Por ello necesitaban que una y otra vez
Les desmontaras su afán de ser los primeros
Y les invitaras a servir.

Nosotros, Señor, necesitamos lo mismo:
Que nos leas tu cartilla elemental,
Y Que nos digas que los primeros serán los últimos