A quién le pueda servir...



La disciplina, la responsabilidad,  es fundamental para crecer como personas.
No olvidemos de que la persona solo crece en la medida en que tiene disciplina, es decir cuando se guía por unos valores que orientan su vida y le hacen persona
Warren Edward Buffett es un ejemplo de persona disciplinada. Warren es la segunda persona más rica del mundo. Ha donado 31.000 millones de dólares para caridad. Algunas curiosidades de su vida:
-      Sigue viviendo en la misma pequeña casa, que compró al poco de casarse hace 50 años.
-      Conduce su propio coche a todas partes.
-      Su consejo para la gente joven: Aléjese de las tarjetas de crédito e invierta en usted mismo.
-      El dinero no crea al hombre, sino que fue el hombre el que creó el dinero.
-      No haga lo que otros digan. Escúchelos, pero haga lo que te hace mejor.
-      No se preocupe de las marcas. Póngase aquello en lo que se sienta más cómodo.
-      No gaste el dinero en cosas innecesarias.  Gástelo en las personas que de verdad lo necesitan.
-      Si el dinero no sirve para compartirlo con los demás, entonces ¿para qué sirve?
-      Ayude en lo mucho o poco que pueda hacerlo; siempre habrá  bendición para aquellos que saben compartir.
-      No gaste el dinero que no tiene. El crédito, los préstamos fueron inventados por la sociedad de consumo.
-      Nada hemos traído al mundo y nada nos vamos a llevar.
 

No tengáis miedo a inculcar en la educación unas pautas que les orienten adecuadamente. Los niños necesitan conocer los límites. Según Selma Freiberg  “un niño interpreta la ausencia de disciplina como una demostración de falta de interés y afecto por parte de sus padres”

La disciplina es tan importante como otra cosa que es muy necesaria para los hijos como es la ternura y el cariño.

Reuniones Catequesis



Ya ha empezado el curso en el colegio y vamos también a comenzar el curso en la catequesis parroquial. Esto será cuando terminen las fiestas o sea la semana del 12 de octubre.
Pero antes vamos a encontrarnos los padres de los niños para hablar y comentar varios asuntos.  He aquí los días de los encuentros

1ª PARA LOS PADRES DE NIÑOS DE 1º CURSO DE CATEQUESIS LOS  QUE VAN A COMENZAR ESTE AÑOS LA CATEQUESIS.
Dios mediante nos encontraremos el martes, día  16 a las 20 h en los salones de la C/ Bonretorn.

2º PARA LOS PADRES DE NIÑOS QUE ESTÁN HACIENDO 2º CURSO DE CATEQESIS Y QUE VAN A TOMAR LA COMUIÓN  ESTE AÑO.
Dios mediante nos reuniremos  el lunes, día 22 a las 20 h. en los salones de la C/ Bonretorn

3º PARA LOS PADRES QUE DESEN QUE SUS HIJOS CONTINUEN CON UNA CATEQUEIS DE POSTCOMUNIÓN .
Dios mediante nos reuniremos el miércoles, día 17 a las 20 h en los salones  C/ Bonretorn

ESTÁ ENTRE NOSOTROS



Aunque las palabras de Jesús, recogidas por Mateo, son de gran importancia para la vida de las comunidades cristianas, pocas veces atraen la atención de comentaristas y predicadores. Esta es la promesa de Jesús: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

Jesús no está pensando en celebraciones masivas como las de la Plaza de San Pedro en Roma. Aunque solo sean dos o tres, allí está él en medio de ellos. No es necesario que esté presente la jerarquía; no hace falta que sean muchos los reunidos.

Lo importante es que “estén reunidos”, no dispersos, ni enfrentados: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificados con su proyecto del reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo. 

Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. Esta presencia es el “secreto” de toda comunidad cristiana viva.

Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano.

Hemos de reavivar la conciencia de que somos comunidades de Jesús. Nos reunimos para escuchar su Evangelio, para mantener vivo su recuerdo, para contagiarnos de su Espíritu, para acoger en nosotros su alegría y su paz, para anunciar su Buena Noticia.
El futuro de la fe cristiana dependerá en buena parte de lo que hagamos los cristianos en nuestras comunidades concretas las próximas décadas. No basta lo que pueda hacer el Papa Francisco en el Vaticano. No podemos tampoco poner nuestra esperanza en el puñado de sacerdotes que puedan ordenarse los próximos años. Nuestra única esperanza es Jesucristo.

Somos nosotros los que hemos de centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de regenerar nuestra fe gastada y rutinaria. El único capaz de atraer a los hombres y mujeres de hoy. El único capaz de engendrar una fe nueva en estos tiempos de incredulidad. La renovación de las instancias centrales de la Iglesia es urgente. Los decretos de reformas, necesarios. Pero nada tan decisivo como el volver con radicalidad a Jesucristo. (Pagola)

APRENDER A PERDER



El dicho está recogido en todos los evangelios y se repite hasta seis veces: “Si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierde por mí, la encontrará”. Jesús no está hablando de un tema religioso. Está planteando a sus discípulos cuál es el verdadero valor de la vida.
El dicho está expresado de manera paradójica y provocativa. Hay dos maneras muy diferentes de orientar la vida: una conduce a la salvación, la otra a la perdición. Jesús invita a todos a seguir el camino que parece más duro y menos atractivo, pues conduce al ser humano a la salvación definitiva.
El primer camino consiste en aferrarse a la vida viviendo exclusivamente para uno mismo: hacer del propio “yo” la razón última y el objetivo supremo de la existencia. Este modo de vivir, buscando siempre la propia ganancia o ventaja, conduce al ser humano a la perdición.
El segundo camino consiste en saber perder, viviendo como Jesús, abiertos al objetivo último del proyecto humanizado del Padre: saber renunciar a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien sino también el bien de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su salvación.
Jesús está hablando desde su fe en un Dios Salvador, pero sus palabras son una grave advertencia para todos. ¿Qué futuro le espera a una Humanidad dividida y fragmentada, donde los poderes económicos buscan su propio beneficio; los países, su propio bienestar; los individuos, su propio interés?
La lógica que dirige en estos momentos la marcha del mundo es irracional. Los pueblos y los individuos estamos cayendo poco a poco en la esclavitud del “tener siempre más”. Todo es poco para sentirnos satisfechos. Para vivir bien, necesitamos siempre más productividad, más consumo, más bienestar material, más poder sobre los demás.
Buscamos insaciablemente bienestar, pero ¿no nos estamos deshumanizando siempre un poco más? Queremos “progresar” cada vez más, pero, ¿qué progreso es este que nos lleva a abandonar a millones de seres humano en la miseria, el hambre y la desnutrición? ¿Cuántos años podremos disfrutar de nuestro bienestar, cerrando nuestras fronteras a los hambrientos?
Si los países privilegiados solo buscamos “salvar” nuestro nivel de bienestar, si no queremos perder nuestro potencial económico, jamás daremos pasos hacia una solidaridad a nivel mundial. Pero no nos engañemos. El mundo será cada vez más inseguro y más inhabitable para todos, también para nosotros. Para salvar la vida humana en el mundo, hemos de aprender a perder. (Pagola)