Gracias a la vida que me ha dado tanto, (dice la canción).



Gracias a la vida que me ha dado dos luceros, uno para la noche y otro para el día.
Gracias a la vida que me ha dado el agua cristalina que sacia mi sed, el aire que respiro  y el calor del sol que calienta mi cuerpo.
Gracias a la vida que me ha dado toda clase de frutas y de árboles.
Gracias a la vida que me  ha dado multitud de animales de todos los tamaños.
            Gracias a la vida que me ha dado unos padres y mucha gente que me quiere y que es buena de verdad.
Gracias a la vida que me ha hecho conocer personas que trabajan por la paz, que comparten sus cosas, que luchan por hacer un mundo más justo donde todos tengan lo que necesiten para vivir dignamente.
Gracias a la vida que me ha dado amigos y compañeros, buenas personas que son un ejemplo para mí.
Gracias a la vida que me ha dado la fe, la familia cristiana, los sacramentos, la Palabra de Dios y otros muchos cristianos con los que camino por las sendas de la vida
Gracias a la vida que me ha hecho ver que lo importante no es el dinero, ni las cosas sino Dios y las personas.
Gracias a la vida que me ha mostrado a Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a este mundo para hacer un Mundo Nuevo, donde todos sean tratados como se merecen, donde no haya discriminaciones y donde todos tengan cuanto necesiten para vivir dignamente.
Gracias a la vida que me ha dado la gran familia que es la Iglesia, la comunidad de seguidores de Jesús donde escucho la Palabra de Dios, donde recibo los sacramentos, donde alimento mi fe en Jesús mi maestro  y donde experimento la fraternidad universal.
Gracias a la vida que me ha invitado a participar en el gran proyecto de Jesús y me ayudado a comprender que aquí estamos de paso y que lo definitivo no es esto sino lo que nos espera y que aquí  estamos llamados a construir con la ayuda de  la gracia de Dios y de nuestro esfuerzo  el Reino de Dios, el proyecto de Jesús.