María, puerta por la que Dios entra en el mundo


La humanidad, en los comienzos de la historia, se enemistó con Dios, según el relato del libro del Génesis. Pero Dios, por ello,  no se olvidó de las personas que él había ido creado a su imagen y semejanza. Y un buen día Dios quiso entrar en el mundo para quedarse y ser uno más, para caminar con nosotros, para estar siempre a nuestro lado, para mostrarnos la manera de ser felices y de hacer felices a las personas, para hacernos sus hijos, para formar entre toda la humanidad una gran familia. Fue hace unos 2014 años. ¡Qué suerte poder celebrar y recordar este feliz acontecimiento!
El mundo estaba en las tinieblas, el pecado lo había oscurecido. Y Dios,  en su Hijo Jesús, vino al mundo  para ser la luz del mundo, para  poner alegría, misericordia,  amor y esperanza. ¡Cuánto  bien nos ha hecho la venida del Hijo de Dios a nuestro mundo! Él nos ha mostrado a vivir como hermanos, Él  en nuestro mundo ha puesto los fundamentos de un mundo nuevo en el que reine el amor a Dios, la paz, la justicia,  y la verdad.. Él nos ha trazado el camino, Él es el camino, Él va delante, nosotros sólo tenemos que seguirlo. Él vino como luz pero desgraciadamente  no siempre sabemos iluminarnos por su luz. Lamentablemente continúan existiendo tinieblas en nuestros corazones y en nuestro entorno. Todos experimentamos que el odio, la violencia y la avaricia no han desaparecido.
Y para entrar en nuestro mundo buscó una puerta, fue María, la joven de Nazaret. Una mujer sencilla y  humilde. Una mujer dispuesta a cumplir el proyecto de Dios y a secundar todas sus palabras. Gracias María por tu si, por tu disponibilidad a hacer lo que Dios te pedía que no era nada fácil. Pero era Dios el que te lo pedía y tú estabas allí para hacer la voluntad de Dios.
María, madre y  Jesús y madre nuestra, yo admiro tu humildad y tu sencillez. Y sobre todo yo aprecio tu disponibilidad a cumplir lo que Dios te pide. María en esta Navidad que se aproxima ayúdanos a pareceros a ti. Gracias, María