Señor
Jesús el verte crucificado me conmueve.
El
contemplarte rodeado de unos bandidos me estremece.
El
mirarte sólo abandonado de tus apóstoles me cuestiona ¿Cuán grande es la
debilidad del ser humano?
Pero
allí, junto a tu cuerpo ensangrentado, hay un resto fiel, dicen del sexo débil
¿No será eso una broma?
Junto
a la cruz permanecen unas mujeres que también te seguían y nada ni nadie les
puede separar de ti.
¡Señor!
también hoy hay gente fiel, como entonces, que nunca te abandona, que sigue tu
camino, que vive tu evangelio
¡Qué
lección magistral nos das a todos desde la cátedra de la cruz!
Te
insultan por todos los lados con voz potente y tú les respondes con gran paz:
“¡Padre,
perdónales porque no saben lo que hacen!”
Y al pie de la cruz, junto a ti hay dos personas: Tu
madre y tu discípulo Juan.
Te
lo han quitado todo, no. Todavía te queda algo de muy valioso
Y
eso nos lo das a nosotros.
Por
eso le dices a tu madre, señalando a Juan (que nos representa):
“María
ahí tienes a tu hijo” Y a Juan le dices: “Juan ahí tienes a tu madre”
Señor
Jesús,