Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.



Señor Jesús, bien podría ser esta una síntesis de tu vida: Todo lo has hecho bien.
Así lo vieron y lo afirmaron algunos de los que te vieron y te conocieron.
Cuando repaso detenidamente los evangelios… también llego yo a la misma conclusión: todo lo has hecho bien.
Todo lo has hecho bien, Señor Jesús, porque en toda tu vida siempre buscaste la voluntad de Dios, siempre perseguiste el bien del ser humano.
Tú, Señor Jesús hiciste  de los pobres y necesitados tu principal objetivo, Tú viviste para ellos.
Esta debería ser la aspiración de tus seguidores, de tu Iglesia: hacer bien las cosas diarias y punto.
No es poca la tarea: todo lo ha hecho bien.
Perdón porque todas las cosas que hacemos no las hacemos bien, algunas si…. Pero todas es muy difícil.
Ayúdanos, Señor Jesús, cada día  a hacer bien las cosas diarias

Ahora te doy gracias porque hay personas que se esfuerzan y, en muchas ocasiones lo consiguen, en hacer bien las cosas: el trabajo de cada día, la educación de los hijos, el cuidado de los enfermos, la marcha de los negocios, el cultivo de la tierra, las relaciones con los vecinos etc.
Gracias por todas las que día a día están humanizando nuestro mundo, y se están pareciendo a Ti.
Dios, Padre bueno, yo te ofrezco tantos gestos responsables que en tantos lugares se están realizando para que unidos a los de tu Hijo Jesucristo los acojas y sean el mejor regalo que podamos ofrecerte. Así sea.

ORACIÓN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS.



Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas, especialmente en el hermano sol,
que alumbra y abre el día y es bello en su esplendor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras que tu poder creó
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡Loado mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde. ¡Loado mi Señor!
y por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol
y es fuerte, hermoso, alegre ¡Loado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color
y nos sustenta y rige ¡Loado mi ¡

Y por los que perdonan y aguantan por amor
los males corporales y la tribulación
¡felices los que sufren en paz con dolor
porque llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡Loado mi Señor
Ningún viviente escapa de su persecución
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón!
¡Agradeced sus dones, cantad su creación!
¡Las criaturas todas, load a mí Señor!

festividad 4 de octubre.

El Papa instituye la Jornada de Oración por la Creación




Se celebrará cada año el 1 de septiembre, siguiendo la propuesta de la Iglesia Ortodoxa
Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 10 de agosto de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha instituido la Jornada Mundial de Oración para el Cuidado de la Creación, y lo ha hecho a través de una carta enviada al cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, y al cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Se celebrará cada año el 1 de septiembre. Esta jornada será un nuevo signo visible de la preocupación del Santo Padre y de la Iglesia por la Creación y su cuidado, tal y como ha quedado reflejado en la recién publicada encíclica Laudato Si’.                    
El Metropolita Ioannis de Pérgamo, durante su intervención en la presentación de la Encíclica Laudato si’, contó que ya desde 1989, el Patriarcado Ecuménico decidió dedicar el 1 de septiembre de cada año para orar por el medio ambiente. Y se preguntó si no podría ser una jornada de oración para todos los cristianos. Tal y como lo explica Francisco al inicio de su carta, acogiendo esta sugerencia, ha decidido instituir también en la Iglesia Católica la «Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación».
El Pontífice recuerda una vez más que como cristianos, “queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad”. Para ello --asegura-- debemos ante todo extraer de nuestro rico patrimonio espiritual las motivaciones que alimentan la pasión por el cuidado de la creación.
De este modo, el Papa advierte que “la crisis ecológica nos llama por tanto a una profunda conversión espiritual”. Por eso, subraya que los cristianos están llamados a una "conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea".
La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, explica Francisco en su carta, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades “una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos”.
Además, también reconoce que la celebración de la Jornada en la misma fecha que la Iglesia Ortodoxa “será una buena ocasión para testimoniar nuestra creciente comunión con los hermanos ortodoxos”.
Al repecto, asegura que vivimos en un tiempo en el que los cristianos afrontan idénticos e importantes desafíos, y a los que se debe dar respuestas comunes, “si queremos ser más creíbles y eficaces”. Asimismo, el Santo Padre manifesta su deseo de que esta Jornada pueda contar con la participación de otras Iglesias y Comunidades eclesiales y se pueda celebrar en sintonía con las iniciativas que el Consejo Ecuménico de las Iglesias promueve sobre este tema.
A continuación, el Papa pide al cardenal Turkson que ponga en conocimiento de las Comisiones de Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales, así como de los Organismos nacionales e internacionales que trabajan en el ámbito ecológico, la institución de esta Jornada, para que la celebración “se organice debidamente con la participación de todo el Pueblo de Dios: sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos”. Este dicasterio deberá llevar a cabo iniciativas adecuadas de promoción y animación, “para que esta celebración anual sea un momento intenso de oración, reflexión, conversión y asunción de estilos de vida coherentes”.
Finalmente, la petición para el cardenal Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, es que se ponga en contacto con el Patriarcado Ecuménico y con las demás realidades ecuménicas, “para que dicha Jornada Mundial sea signo de un camino que todos los creyentes en Cristo recorren juntos”. Este dicasterio se ocupará de la coordinación con iniciativas similares organizadas por el Consejo Ecuménico de las Iglesias.

Lo que sale de dentro es lo que hace al hombre impuro


Señor Jesús, bien dijiste que no habías venido a abolir la ley sino a perfeccionarla.
Tú das importancia, prioridad al interior, al corazón.
Con ello, Tú, Señor Jesús vas a lo esencial.
Gracias, Señor Jesús, porque con ello estás resaltando aquello que jamás debemos olvidar.
Es verdad, como dices, Señor Jesús que del interior del ser humano es de donde nace lo que es impuro, el pecado, la maldad.
Es en el corazón donde anidan los buenos y los malos sentimientos, los buenos y los malos deseos.
Por eso nos invitas a la conversión del corazón.
Si nuestro corazón es bueno nuestras obras serán buenas y al contrario.
El interior de las personas de ordinario sólo lo sabe Dios.
Señor que tengamos siempre en cuenta la advertencia que nos hace el profeta Isaías: Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.
Que no nos quedemos sólo en unas prácticas externas, que por cierto son también muy necesarias, sino que nuestro interior sea el que Tú quieres que sea.
Ayúdanos a poner el acento en el interior, en el corazón, sin minusvalorar las leyes de la convivencia humana y la ley de Dios.
Gracias, Señor Jesús.
Una vez más Tú das en el clavo.