SUCEDIÓ EN UNA UNIVERSIDAD DE EUROPA



En el comedor una alumna rubia coge su bandeja del autoservicio y se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida piensa que quizás “el negro” no tenga dinero suficiente para pagar la comida. De modo que decide sentarse frente al chico y sonreírle. A lo cual el chico contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la rubia comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad.
Así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan del mismo plato de estofado hasta acabarlo, y uno da la cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello entre múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Al acabar la comida, la rubia se levanta a buscar un café. Entonces descubre en la mesa vecina, detrás de ella, su abrigo sobre el respaldo de una silla y su bandeja de comida intacta.