Estamos
tan acostumbrados a rezar el Padre nuestro que a lo mejor no nos fijarnos en lo
que decimos … La rutina también se mete en asuntos tan importantes.
No
digas PADRE si cada día no te portas como un hijo.
No
digas NUESTRO si vives aislado en tu egoísmo, y no te preocupas de los demás.
No
digas QUE ESTÁS EN LOS CIELOS si sólo piensas en las cosas terrenas.
No
digas SANTIFICADO SEA TU NOMBRE si no lo honras a diario
No
digas VENGA A NOSOTROS TU REINO, si lo confundes con un reino de este mundo.
No
digas HÁGASE TU VOLUNTAD si no la aceptas cuando puede ser dolorosa
No
digas DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA, si teniéndolo tu no te preocupas de
aquellos que pasan hambre.
No
digas PERDONA NUESTRAS OFENSAS si guardas rencor a tu hermano y no eres capaz
de perdonar.
No
digas NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN si tienen intención de seguir pecando y
no haces nada por apartarte de la tentación.
No
digas LIBRANOS DEL MAL, si no tomas parte activa para eliminar el mal de este
mundo.
No
digas AMÉN, si no has tomado en serio todas las palabras de esta oración que
nos enseñó Jesús, nuestro mejor amigo y maestro.