Señor Jesús,
estos días pasados hemos recordado el final trágico de tu vida, tu muerte
violenta en el madero de la cruz. Una barbaridad.
Hoy, Señor
Jesús, recordamos y celebramos el final de aquella historia: tu resurrección. La
cruz y el sepulcro no consiguieron terminar con tu vida.
Tú vives, tú
venciste a la muerte y al pecado. Y contigo todos participamos de tu victoria.
Con todo
ello Dios Padre nos está diciendo que Tú tenías razón, que tu vida fue la
manifestación de la presencia de Dios entre nosotros.
Señor Jesús,
esta es la fe que nos han comunicado, que hemos aceptado e intentamos mostrarla
a otras personas.
Esta fe es
la que da sentido a nuestras vidas.
Pueden haber
guerra, hambres, enfermedades, calamidades… por encima de todo ello estás Tú,
Señor resucitado. Gracias Dios Padre por la resurrección de Jesucristo.