Si, hoy es la festividad de
Cristo Rey. Pero se trata de un rey, Jesucristo, muy diferente a los
de este mundo.
Para empezar Él no vivió en
palacios, ni tuvo sirvientes. Él, como sabemos, nació en una cueva y vino no a
mandar sino a servir.
Su reino, el de Jesús, es un
reino de paz, de libertad, de verdad, de justicia, de fraternidad.
Y para caer en la cuenta de
todo ello en el evangelio de este domingo se nos ofrece la parábola del juicio
final, o sea se nos muestran las condiciones para poder participar en ese reino
que Jesús ha venido a instaurar en este mundo.
Según nos dice Jesús el
criterio para formar parte de se reino es el de la solidaridad.
Él nos dirá al final de los
tiempos: venid conmigo porque tuve hambre y
me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, estuve enfermo y
que curasteis, en la cárcel y me ayudasteis etc y nosotros le diremos ¿cuándo
fue eso? ¿Dónde lo hicimos? Y Él nos dirá lo que hicisteis a uno de estos
pequeños a mi me lo hicisteis.
Es la gran novedad: lo que hacemos o dejamos de hacer a
los que sufren, a los que se lo pasan mal es a Jesús a quien se lo hacemos.
Fijémonos que no es preciso
que caigamos en la cuenta de que en el necesitado está Jesús, basta con que le
ayudemos. En l
os pobres y necesitados está Jesús.
Por tanto seremos juzgados de
solidaridad.